La serie Máscaras tiene como punto de partida la cara sonriente de un payaso pero la
introducción de otros recursos acaba anulando la identidad del personaje. Esta figura
iconográfica desaparece tras la amalgama compositiva ornamentalmente compleja, de
colores ácidos e iridiscentes, mediante un proceso de ocultamiento muy perturbador que
nos invita a profundizar en el significado de la identidad, ya sea de la pintura o extrapolado
a otros ámbitos filosóficos. En ocasiones, las máscaras, además de ser ocultadas, se
dividen o mutilan, para profundizar en su sentido satírico.
Técnicamente se asume una ruptura con la gestualidad de series anteriores. En esta nueva
etapa se produce un enfriamiento a la hora de abordar el hecho pictórico, enfocándolo
desde parámetros más racionales, no tan intuitivos. La introducción de medios digitales en
el trabajo de abocetado previo propicia nuevos patrones iconográficos.